Blogia
pazparamafalda

Rosas, libros y tomateras. 23 de Abril en Cerdanyola del Vallès

Rosas, libros y tomateras. 23 de Abril en Cerdanyola del Vallès La Plaza Abat Oliba, que en años anteriores había sido el corazón de la fiesta de San Jordi en Cerdanyola, está desierta y en obras este 23 de Abril. Son las 10 de la mañana y ya están montadas todas las paradas. Pero en esta plaza no hay cubos de rosas, sino tres contenedores de escombros plantados sobre la tierra levantada y vallas amarillas cerrando el paso.

Hay cuatro puestos de flores junto el Mercado de Serraparera, y algunos más a lo largo de la calle San Casimir, hasta la policía local. La plaza de la policía está vacía, pero desde allí se oye ya la algarabía de gente que baja por la calle San Ramón, por donde al mediodía ya es difícil pasar sin tropezar con alguien. Al llegar a la plaza San Ramón también se ven vallas amarillas cortando la calle que la rodea, pero éstas no muestran el nombre ni el teléfono de una compañía de obras, sino un cartel que anuncia: “Actes de Sant Jordi, 23 d‘Abril”.

Los puestos envuelven la plaza rectangular dejando los huecos justos para que la gente pueda entrar y salir. Los poyetes de los parterres que rodean el espacio sirven de asiento a los vendedores, y los árboles les dan sombra. Abunda la manga corta, suena el tintineo de algún abanico y los soplidos del que se para a secarse el sudor de la cara. Al fondo de la plaza, sobre una tarima, tienen lugar las últimas participaciones del acto 24 hores de lectura sense pausa, que concluirá con la lectura de la actriz Mercè Arànega -presentada en todos los carteles como la Paquita del Cor de la Ciutat-. Son mayoría los puestos que no provienen de una librería, como el de Els diables de Cerdanyola, el del Esplai la Trepa o el de Joventut Socialista de Catalunya. Además, no sólo se venden libros y rosas, pues también hay un puesto de abalorios y otro que vende caramelos con forma de rosa. Un hombre que sujeta unos treinta globos figurativos va dando vueltas por fuera de la plaza.

A las 6 de la tarde, un chico lee el capítulo de El Hobbit en que el protagonista se encuentra con el dragón. Cinco personas lo escuchan de pie, mientras otras se sientan en alguna de las sillas de plástico azul que se ordenan en tres filas delante del escenario. Pero los niños están más pendientes de los gigantes de Cerdanyola, inmóviles junto a la tarima de lectura, con su fría sonrisa acartonada. El guardián de los gigantes se los presenta: “Els dos grans són la Victoria i el Bernat, els senyors del Castell; la noia és la Dolça, la seva filla; i el petit és l‘Edmir, el fill” El guardián enseña a los niños a llevar al pequeño -que es tan alto como él-.

Los más vendidos han sido El Gran Engaño de Dan Brown y En el Blanco de Ken Follet

El puesto de la librería l’Escola se sitúa en medio del recorrido. Hay 17 personas alrededor, y es difícil ver los libros sin ponerse de puntillas. Los más vendidos han sido El Gran Engaño de Dan Brown y En el Blanco de Ken Follet. Vicente, un estudiante de 18 años, acaba de leerse Ángeles y Demonios, de Brown, y su madre le ha regalado Amigos Absolutos de John Le Carré. “Muy bonita la portada, pero no sé si me lo leeré”, confiesa.

A un lado del escenario, llama la atención un gran mapa de Cerdanyola y un cartón con el dibujo de unos animales con el ceño fruncido, aguantando un cartel que dice: “No a la direccional”. Es el puesto de la Plataforma Cívica per a la Defensa de Collserola. No vende libros. “Informa sobre les conseqüècies negatives que tindrà per a Collserola la construcció del Centre Direccional”, afirma Àngel, uno de los encargados del puesto.

Algunas personas se pasean por la plaza con una pequeña tomatera en la mano. Maria y Giron, dos estudiantes de bachillerato, se preguntan de dónde las habrán sacado, y por fin descubren el origen: la parada de Iniciativa per Catalunya-Verda, que está dentro de una carpa de la que cuelgan carteles con el eslogan “Recollim els fruits de l‘esquerra verda”. Las tomateras están plantadas en diminutas macetas de plástico y envueltas en un sobre de papel. Pilar, secretaria de ICV, les regala un par cuando se acercan.

Mercè Arànega: “El vici de molt llegir ens pot avocar al vici del bon escriure”

Pasadas las 7 de la tarde llega Mercè Arànega, se acerca al puesto y le regalan una tomatera. Los que están a su alrededor se giran para mirar a la actriz, y un niño se acerca a pedirle un autógrafo. Ella lleva un portafolios y un libro de Paul Auster bajo el brazo. En el portafolios guarda los cinco cuentos de Pere Calders que leerá dentro de un momento. Son unos relatos de tono humorístico. “Els he escogit perquè em sembla una manera amable de concloure les 24 hores”, explica. Al subir a la tarima bebe un poco de agua, aparta el atril, se sienta en el alto taburete, ajusta el micrófono y dice: “Hola. Se sent bé? Gracies per convidar-me a la cloenda de les 24 hores de lectura”.

Durante la lectura va cambiando las hojas de una mano a la otra, para poder gesticular enérgicamente con la que le queda libre. Poco a poco, la gente de la plaza se coloca en torno a la tarima. Las tres filas de sillas son ocupadas por completo por niños y personas mayores -uno de los niños lee un cómic-. Otras personas aprovechan el poyete de los parterres cercanos a la tarima para sentarse. Tres niños se suben a un árbol cercano y escuchan los cuentos. El hombre de los globos no tarda en colocarse detrás de la tarima, y en medio del cuento Mig d‘amagat un niño pide a su madre que le compre uno.

Mercè Arànega deja para el final el libro de Paul Auster. Antes de abrirlo, explica que los relatos que aparecen en él han sido escritos por gente muy variada -no dedicada a la escritura- que envió su cuento a la radio a propuesta de Paul Auster, para que él lo transmitiera. Y que al ver la calidad de muchos de los cuentos, Auster decidió publicarlos. El relato que ha escogido Mercè Arànega, Cosas que yo no sabía, fue escrito por una ama de casa.

A las 7 y media, la actriz se despide. “El vici de molt llegir ens pot avocar al vici del bon escriure”, declara. Al concluir el acto, los gigantes abandonan la plaza alternando pequeños saltos y vueltas, mientras la gente sigue paseando por las calles con rosas, libros... y tomateras.

0 comentarios